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Desde el principio sabía
que este día llegaría
pero yo me conformaba con lo que había
las lágrimas vuelven a cruzar el desierto de mis mejillas.
Trataba de mentirme a mi misma, de decirme que algún día...
si... algún día...
Disfrazando a la mentira de verdad, con bonitos vestidos de seda roja de pasión y locura...
la disfracé de muñeca de inocencia y dulzura.
La disfracé y caminé de su mano sin importarme la amargura.
La disfracé y fingí que no vivía una tortura.
Y cada noche mis ojos se iluminaban cuando te escuchaba...
cada noche volvía a mi esa dulce ignorancia simulada.
Pensando todo el día en la noche que me esperaba...
en tu voz acariciando mis oídos y que a tu lado dormía imaginaba
y los instintos y la adicción reinaban
en ese paraíso de la locura que juntos construímos y ahora tu destruiste como si nada...
Pero en el fondo lo sabía...
y ahora tengo que empezar a aprender a caminar de nuevo
y dejar atrás aquello
por lo que me levanté, viví, sonreí y me esforcé cada minuto desde hace ya ochenta y seis mil cuatrocientos...
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